Por Ana Villarrubia Mendiola – Psicóloga Colegiada M-25022.
Reconozcámoslo, todos hemos manipulado a alguien en alguna ocasión, con fines más o menos justificados, para conseguir algo en nuestro favor. Y, a su vez, todos hemos sido víctimas de algún tipo de manipulación a lo largo de nuestra vida. Sería ilusorio pensar lo contrario. Es probable que muchas veces hayas cedido ante una manipulación incluso sabiendo que lo estabas haciendo, es decir, de manera deliberada, por reconocer las dotes de persuasión de tu interlocutor o porque, al fin y al cabo, ceder no resultaba tan costoso para ti.
Un caso bien distinto de la manipulación como estrategia de afrontamiento, mediación o picaresca es el del chantaje emocional.
El chantaje, que normalmente proviene de alguien muy cercano o a quien se reconoce una cierta autoridad en una determinada área de nuestra vida, implica un peligroso juego con los sentimientos del otro que pasa por generarle inseguridad, miedo o culpa. En el chantaje emocional el chantajista ha observado y tomado nota de las debilidades del chantajeado, desarma su autoestima y ejerce sobre él un control desproporcionado y, sobre todo, abusivo.
El chantaje emocional es, por tanto, una forma de humillación y agresión.
Si me quisieras de verdad, no lo harías. Si te importo, quédate. Si fueras una buena persona me darías lo que te pido. Si no haces esto no cuentes conmigo nunca mas. Te vas a quedar solo.Así me devuelves todo lo que he hecho por ti…
Estos son tan solo algunos ejemplos de verbalizaciones que implican chantaje emocional pues se alimentan de las dudas y las inseguridades del otro para coaccionar su libertad, limitar su poder de decisión y alimentar su miedo. El chantaje emocional pone en marcha sentimientos de culpa que someten al chantajeado en contra de su voluntad.
¿Qué puedes hacer frente al chantaje emocional?
- No cedas ante las amenazas. Hazle ver al otro que eres capaz de asumir las consecuencias de su conducta y que por tanto no tienes nada que evitar, nada ante lo que replegarte dócilmente.
- Reivindica tu libertad para tomar decisiones. La vida rara vez te plantea situaciones tan dicotómicas o desesperadas como las que plantea un chantajista. Tú puedes decidir aquello que desees, con independencia de que el otro quiera condicionar su decisión a la tuya, ese es su problema.
- Hazle ver que no le debes nada. Nada de lo que la otra persona haya hecho libremente por ti ha de ser recompensado. Todos decidimos libremente a qué queremos comprometernos y a qué no, y lo hacemos por nosotros mismos, no guiados por motivaciones falsamente altruistas. La mejor prueba de ello es que, de haberlo hecho de forma altruista, no te estaría pidiendo nada a cambio.
- Reivindica tus deseos y necesidades, y tu derecho a satisfacerlos. ¿Por qué vas a replegarte a las necesidades de los demás sin haber satisfecho las tuyas previamente? ¿Por qué los demás tienen prioridad sobre ti mismo? ¿Dónde está escrito eso? ¿Quién se ha inventado esa mentira?
Recuerda, ante todo, que el chantajista tiene poder sobre ti solo en la medida que tú se lo concedas.
Ana Villarrubia Mendiola dirige el Gabinete Psicológico ‘Aprende a Escucharte‘ en Madrid.